DIZEM QUE O MEDO FALA DE NOITE

DIZEM QUE O MEDO FALA DE NOITE

Dizem que o medo fala de noite
que se o escutas
lhe crescem asas,
e se converte no pássaro da inquietude

Dizem que o pássaro da inquietude
canta aos mortos
que se o alimentas
pede por eles
fala-lhes no seu idioma

ele te oferece seu perdão, seu rosto,
um ossinho para gastar às escondidas.
Exige mais sementes.
E tu,
que não tens mais alento que a fábula do poema
sua dor, suas contracções,
que não recobras nada da vida
depois do sonho,
Que fazes?
Sais a buscar-lhe pão, ressurreições.
algum alpiste.
Com raminhos da tua culpa lhe soldas uma gaiola
para que não se escape.

Crês nele como num deus
o senhor que pastoreia em teus enterros
e come da tua insónia.

Basta-lhe que de vez em quando
converses com ele,
o faças escutar tuas desgraças,
lhe subas o volume pelas noites.

Porque o medo canta de noite,
com o idioma dos mortos
e tu,
lazarento envolvido na glória do seu amo,
por algo,
por algo o entendes.

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Azar e fatalidade
não se parecem.
A gente busca o azar como uma chave mágica.
Fá-lo tomar partido,
põe-no numa cadeira,
deixa-lhe oferendas, um copo com água,
tabaco, orações.
Se paga, se venda, se oferece
para obter dele
uma raspadinha,
um numerozinho
ao seu bel-prazer.

A fatalidade te procura, te elege
é uma erva que desde o pátio
espia a tua casa.
Uma erva que ninguém semeou
e que a ninguém incomoda
mas que um dia
crescerá,
será uma planta gigantesca
que de repente
entra na tua casa
pela porta dos fundos.


Laura García del Castaño- Argentina
Tradução ao português: Tania Alegria


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DICEN QUE EL MIEDO HABLA DE NOCHE

Dicen que el miedo habla de noche
que si lo escuchas
le crecen alas,
y se convierte en el pájaro de la inquietud

Dicen que el pájaro de la inquietud
canta a los muertos
que si lo alimentas
pide por ellos
les habla en su idioma

él te ofrece su perdón, su rostro,
un huesito para gastar a escondidas.
Te exige más semillas.
Y vos,
que no tenés más aliento que la fábula del poema
su dolor, sus contracciones,
que no recobras nada de la vida
tras el sueño,
Qué haces?
Salís a buscarle pan, resurrecciones.
algún alpiste.
Con ramitas de tu culpa le sueldas una jaula
para que no se escape.

Crees en él como en un dios
el señor que pastorea en tus entierros
y come de tu insomnio.

Le basta con que de vez en cuando
le converses,
le hagas escuchar de tus desgracias,
le subas el volúmen por las noches.

Porque el miedo canta de noche,
con el idioma de los muertos
y vos,
lazarillo envuelto en la gloria de su amo,
por algo,
por algo le entiendes.

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Azar y fatalidad
no se parecen.
Uno busca el azar como una llave mágica.
Le hace tomar partido,
le pone una silla,
le deja ofrendas, un vaso con agua,
tabaco, oraciones.
Se paga, se vende, se regala
para obtener de él
una raspadita,
un numerito
de su antojo.

La fatalidad te busca, te elige
es un yuyo que desde el patio
espía tu casa.
Un yuyo que nadie sembró
y que a nadie molesta
pero que un día
crecerá,
será una planta gigantezca
que de pronto
entra a tu casa
por la puerta del fondo.


Laura García del Castaño- Argentina